jueves, 11 de diciembre de 2008

elogio de la lentitud


El problema estriba en que nuestro amor a la velocidad, nuestra obsesión por hacer más y más en cada vez menos tiempo, ha llegado demasiado lejos. Se ha convertido en una addición, una especie de idolatría. Aun cuando la velocidad empieza a perjudicarnos, invocamos el evangelio de la acción más rápida. Te retrasas en el trabajo? Hazte con una conexión más rápida a internet. No tienes tiempo para leer esa novela que te regalaron en Navidad? Aprende la técnica de la lectura rápida. La dieta no ha surtido efecto? Prueba con la liposucción. Demasiado atareado para cocinar? Cómprate un microondas. No obstante, ciertas cosas no pueden o no deberían acelerarse, requieren tiempo, necesitan hacerse lentamente, tienes que pagar un precio.
Carl Honoré

1 comentario: